Publica "La Voz de Galicia":
Una vecina de Vigo afronta cuatro años de cárcel por captar a diez inmigrantes ilegales dominicanas en su país desde el 2011 y traerlas a la ciudad gallega por una ruta por Turquía y Grecia. Una vez en Vigo, debían trabajar como prostitutas para saldar su deuda. La red operó hasta el 2016 e incluía la unión de parejas de hecho de la Xunta fraudulentas con ciudadanos de la UE para regularizar su situación. En su piso aparecieron 6.555 euros de beneficios de la red ilegal. El fiscal la acusa de favorecer la inmigración ilegal, pertenencia a grupo criminal y coacciones.
Las extranjeras tenían que caminar durante tres días por un monte turco, acompañadas de un guía africano, y cruzar un río en la frontera griega para burlar los controles de la UE y entrar ilegalmente en el espacio comunitario para luego moverse libremente de un país a otro. Las forasteras llevaban visado de turista y volaban desde Atenas a Madrid, desde donde se trasladaban a Vigo. Eran empadronadas en la ciudad y trabajaban en la prostitución en clubes y bares sin haber obtenido los papeles. Una testigo protegida destapó esta red ilegal para huir de las inhumanas condiciones a las que era sometida en Vigo.
La Fiscalía sostiene que la implicada empadronó en un año (a lo largo del 2011 y 2012) a seis dominicanas que carecían de permiso de residencia. Tras la operación policial, dos fueron expulsadas y dos regularizadas.
En su propio piso de Vigo empadronó en el 2012 a otra mujer y al novio de esta. En el 2014, dio cobertura a dos extranjeras más.
Una testigo protegida contó que contactó con un miembro de esta red de inmigración clandestina para viajar a España. Le dieron instrucciones de que tramitase su pasaporte y adquiriese un billete de ida y vuelta desde la República Dominicana a Estambul en junio del 2011. Una vez en la ciudad del Bósforo, la sin papeles fue alojada en un piso franco de la red que gestionaba un cómplice. Allí había varios extranjeros más y salieron en grupo por el monte durante tres días guiados por un africano y cruzaron el río de la frontera con Grecia a través de un paso clandestino.
Una mujer los recogió y los trasladó en coche a Atenas, donde los alojaron en varias residencias gestionados por más miembros de la red. Finalmente, la testigo protegida recibió su documentación desde Turquía y le dieron un billete a Santo Domingo con escala en Madrid. El truco estaba en romper su billete durante el vuelo, apearse en Barajas y salir disimuladamente por la Terminal 2 para entrar clandestinamente en territorio español.
La testigo viajó en bus hasta Vigo y vivió en un piso de la acusada, quien le exigió dinero por los gastos de manutención y la indujo a «emplearse» en la prostitución en un club de O Calvario y en su propio piso, para lo que le exigía la mitad de sus ganancias por servicio. La víctima se sintió presionada y tuvo miedo, inseguridad y ansiedad.
Las inmigrantes ilegales venían como turistas y era prostituidas para devolver la deuda
Concertaba parejas de hecho fraudulentas con europeos a cambio de dinero
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