miércoles, 8 de marzo de 2017

Juan Carlos Chirinos: "El universo es transparente en una novela"


Publica "El Universal":

Gemelas es la tercera novela del escritor venezolano Juan Carlos Chirinos, quien ya tiene 20 años residenciado en España, publicada por primera vez por la editorial de ese país, Casa de Cartón (2013) y reeeditada este año por el sello venezolano El Estilete.

En Gemelas, el inspector Agustín Bermejo debe resolver la casi fantástica invasión de animales exóticos que ha ocurrido de manera imprevista en Madrid. Este hecho junto al suicidio de una joven periodista y el homicidio de su amigo, dueño de un gimnasio, exigirán del inspector y de su ayudante olfato para establecer las debidas conexiones y resolver el caso, a pesar de que la experiencia y la historia le han sentenciado que los pesos pesados del crimen nunca caen y se esconden tras entidades financieras y entes gubernamentales.

–Ha calificado su novela como un thriller ecológico, ¿en qué consiste esta variante?

–Cuando comencé a escribirla, ni siquiera sabía que iba  a ser un thriller. El primer capítulo lo escribí en un tren que iba de Sevilla a Madrid con la sola intención de “probar” el desarrollo de un personaje que se suicida sin razón aparente. Cuando ocurre la desgracia entra en escena, por supuesto, la policía, el agente principal de la trama: allí ya supe que sería una novela policial, o más bien thriller. Lo ecológico apareció luego, cuando me preparaba para comenzar a trabajar la novela: los animales han sido una constante en mi obra, y los animales me servirían en esta novela para hablar, además, de dos temas que me interesan: el mal y la presencia de “inmigrantes” en Madrid. Una curiosidad: en mi novela se habla de la invasión de animales exóticos en Madrid, y en estos últimos años han aparecido noticias reales de animales exóticos abandonados en Madrid y que han sido introducidos de manera ilegal. No sé si alegrarme o asustarme.

¿Cuáles fueron las motivaciones que lo empujaron a escribir la novela?

–Fueron apareciendo poco a poco, como ya he dicho. Pero, aparte del impulso propio que me hace escribir (el ansia que debe perseguir a todos los escritores), fue el deseo de “investigar” en la vida de personajes a los que acucia el mal en una ciudad tan diversa como Madrid lo que me movió, lo que despertó mi interés.

– En Gemelas hay un recorrido hacia la revelación del mal, ¿es para usted la literatura una forma de revelar lo oculto?
–No lo había pensado, pero sí; la literatura, y sobre todo la novela, es un oráculo para revelar eso que no vemos a primera vista. El universo es transparente en una novela, que es arúspice de la realidad y sabe cómo lanzar sus presagios. Todavía no conocemos del todo bien los pasillos que unen a la novela con la realidad, con eso oculto en la realidad.

 –A pesar de que su novela ocurre en Madrid, donde reside desde hace un tiempo, sus personajes (latinos y españoles) parecen conservar el decir venezolano ¿cómo se cruzan estas dos formas del decir en su narrativa?

–Hace mucho tiempo que decidí que no me iba a preocupar por la “voz” de mis narradores. Atención, hablo de los narradores de mis libros, no de sus personajes. Cada personaje habla, o debería de hablar, de manera coherente y verosímil, conforme a sus características, eso creo que lo tengo claro, pero la voz del narrador, en mi caso, ha sufrido en estos últimos veinte años un proceso de metamorfosis que es paralelo a la vida que he llevado. Soy valerano, pero he vivido en Caracas, en Salamanca y en Madrid: es inevitable que mi habla esté impregnada además del habla de esas tres ciudades. Así que creo que mi español de Venezuela y mi español de España no se cruzan en mí, sino que se han amalgamado y han dado una manera distinta de decir. Supongo que le ha ocurrido a otros escritores de mi lengua que se han movido de un lugar a otro dentro del mismo “reino de Cervantes”. En todo caso, no es algo en lo que piense a menudo: es algo que llevo encima como una segunda piel.

¿Cómo ha sido la recepción de su obra en Madrid?

–Me ha permitido seguir explorando las obsesiones que la conforman. Los lectores van llegando; algunos se quedan y otros siguen su camino. Varios han sido muy valioso para mí. Mientras pueda seguir escribiendo y publicando mis textos, la cosa no va del todo mal.

–¿Cuáles son esas obsesiones?

–Esas obsesiones son el mal, los animales, tanto los grandes como los pequeños, sobre todo las hormigas; la ciudad como receptáculo de ese mal, el doble, lo fantástico, la historia antigua, los mitos indígenas, las posibilidades de la poesía en la narrativa. Lo político ha tenido poco interés para mí, aunque golpea con fuerza todo el tiempo. Supongo que tarde o temprano terminaré escribiendo ficción sobre el desastre que es Venezuela ahora. A nivel lingüístico, me obsesiona la precisión del lenguaje: la consciencia de lenguaje que hace falta para que lo que está en nuestra imaginación pase de la manera más fidedigna al papel.

–Su novela ha sido reeditada por El Estilete, ¿en qué estima tiene usted a Gemelas en su obra narrativa?

–A mí me gusta mucho esta novela por una razón principal: el personaje más entrañable de mi obra ha nacido allí, y ese es mi gato, Siro, un felino negro, marqués de Colagorda, solidario, perezoso, glotón, tramposo, tahúr, delincuente y bebedor. He corrido con la suerte de que las tres novelas que he publicado han tenido una buena recepción, y lectores que le han dedicado una generosa mirada. Con Gemelas me alegra, además, que es la primera novela que publico en Venezuela desde hace doce años, pues por diferentes motivos mis textos habían dejado de salir en el país. Espero que esto se convierta en costumbre. A ver qué dicen los lectores venezolanos, si quieren más.

–¿En qué proyectos está trabajando actualmente?

–Siempre estoy escribiendo una novela y levantando poco a poco el edificio de un nuevo libro de relatos. De ambos proyectos prefiero no hablar mucho, por superstición, pero sí puedo hablar de un ensayo que me tiene absorbido desde hace varios meses, una reflexión sobre nuestro país que, aunque desde hace ya un par de décadas que reflexiono sobre Venezuela, su historia y su presente, me está removiendo fibras íntimas, biográficas e intelectuales que no sabía que estaban allí. Venezuela, supongo es, para las escritores venezolanos, como una larga novela que va escribiéndose poco a poco sobre nosotros mismos, y que pasa a los libros, se filtra y los contamina, los perfuma. Además, trabajo en la reedición de mi biografía de 2006, Francisco de Miranda, el nómada sentimental, que aparecerá tanto en Caracas como en Madrid. Lo demás es leer, que es una obra que no acaba sino con la muerte.

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