Publica "El País":
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA),
Luis Almagro, fue uno de los críticos que se alzó con mayor aspereza
contra los insultos y amenazas que Donald Trump lanzó a México
durante la campaña a la Casa Blanca. Canciller del Gobierno de José
Mujica, llegó a la OEA en 2015 con los frentes abiertos de Cuba, en
espera de su regreso a la organización, o el proceso de paz en Colombia.
En este periodo se ha visto ante los desafíos que plantean a la
democracia la destitución de Dilma Rousseff
en Brasil, el recrudecimiento de la crisis económica y política en
Venezuela y la irrupción de Trump, que este miércoles firmó una orden
ejecutiva para iniciar la construcción de un muro en la frontera con México.
Si en plena carrera presidencia estadounidense Almagro (Cerro Chato,
Uruguay, 1963) fue muy duro con respecto a los exabruptos del magnate,
en esta entrevista a su paso por Madrid —antes de reunirse con el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy— no menciona directamente el nombre del nuevo mandatario de Estados Unidos.
Pregunta. ¿Qué efecto va a tener el Gobierno de Donald Trump sobre la OEA?
Respuesta. No creo que el planteamiento correcto sea
pensar cómo una nueva Administración va a cambiar la OEA. Esta es la
organización regional más antigua del mundo [1890, formalizada en 1948] y
está asentada en principios y valores muy fuertes que han servido para
estructurar un sistema de convivencia en el continente basado en el
respeto a la democracia y los derechos humanos. Esos principios se han
sostenido y profundizado con cualquiera que haya sido la Administración
estadounidense. Nuestro trabajo continuará bajo los mismos parámetros.
P. Esta semana la tensión se agudizó con México, otro de los líderes regionales.
R. Tensiones bilaterales ha habido y hay en todo el
hemisferio. Siempre esperamos que los países encuentren el camino para
resolverlas, para solucionar de manera amistosa sus diferencias.
P. Pero esta vez la división es por el muro que quiere construir Trump. ¿Qué implicaciones va a tener?
R. Como ha sido planteado, no se trata de un muro
entre México y Estados Unidos, sino de una barrera entre este país y
América Latina. Lo que cuesta construirlo, esos 15.000 millones de
dólares, sería mucho más importante como contribución para la
eliminación de las causas reales de la migración latinoamericana a
Estados Unidos: la inseguridad, la falta de oportunidades, los niveles
de subdesarrollo… Eso sería mucho más efectivo para cualquier política
migratoria estadounidense que la construcción de un muro.
P. La oposición venezolana dio por terminado el jueves el diálogo actual con el Gobierno. ¿Qué tan encallado ve ese proceso?
R. El proceso de Venezuela ha entrado a una fase de
deterioro final. Vemos que cada una de las mesas que se armaron en los
últimos dos meses sufrió erosiones importantes. La mesa uno
supuestamente era para devolver poderes a la Asamblea Nacional
[Parlamento], pero esta perdió tres facultades en esta fase: la de
hacerle un juicio político al presidente, la posibilidad de elegir a los
integrantes del Consejo Nacional Electoral y la inmunidad de los
parlamentarios, con la prisión, por ejemplo, del diputado Gilber Caro. Y
ni qué hablar de lo que ya había perdido sin la rendición de cuentas
del mandatario ante la Asamblea ni la aprobación del presupuesto. Es el
descalabro llevado a sus últimas consecuencias. Estamos hablando de
variables absolutamente autoritarias.
P. ¿Qué critica de la negociación?
R. No tenemos más que ver el desconocimiento de un
derecho electoral de la gente como era el referéndum revocatorio. Esa
consulta no podía formar parte de una mesa de negociación, no pertenecía
ni al Gobierno ni a la oposición, sino a los cientos de miles de
venezolanos que firmaron y que no podían ser dejados en la calle en
cuanto a su derecho de revocar al presidente. Y no es que no se hagan
elecciones adelantadas, tampoco se hacen las atrasadas. Todos los
gobernadores ya traspasaron su periodo de gobierno y todavía no hay ni
siquiera miras a unos comicios. Todos los derechos electorales del
pueblo han sido completamente avasallados por esa mesa de diálogo. El
deterioro institucional ha sido cada vez más fuerte. Los juicios en
Houston por los casos de corrupción de PDVSA y los de Nueva York por el
caso de narcotráfico de los sobrinos de la pareja presidencial son
también sintomáticos de este deterioro.
P. ¿Hasta qué punto cree que está comprometido el Gobierno con el diálogo?
R. En la segunda mesa, que supuestamente iba a ir
liberando a los presos políticos, hay una contradicción muy importante, y
es que haya nuevos presos de este tipo. Cuando hay una negociación de
este carácter, lo menos que se puede hacer para demostrar la buena fe en
el diálogo es que no haya nuevos encarcelamientos. Pero vemos que el
Gobierno sigue encerrando presos políticos. La lógica se mantiene: “Meto
preso a quien quiero cuando quiero y libero al que se me ocurre cuando
se me ocurre”. Es el avasallamiento de los derechos civiles y políticos
de las personas por la expresión de sus ideas.
Os ponemos el enlace a la noticia:
http://internacional.elpais.com/internacional/2017/01/27/actualidad/1485531913_578524.html
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