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Elena Sánchez, investigadora del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB) y especialista en Migraciones, centró ayer su ponencia en la situación migratoria de los Balcanes.
La Unión Europea ha incumplido el sistema de cuotas que acordó hace dos años. ¿Qué ha fallado?
-En estos momentos se han reubicado a 32.000 personas, un 30% de los 98.000 que se acordaron;en el caso de España el porcentaje es de un 14%. Hay varias cosas han fallado, en primer lugar que hay estados que incumplen sistemáticamente este acuerdo, básicamente por lo que pasó ayer en Austria. Luego hay otras cosas que son complejas. Nos estamos planteando hacer reubicaciones de personas que en muchos casos ya tienen vínculos en algunos países, y si algo nos dicen las teorías de las migraciones es que la persona, normalmente, va a aquel país donde tiene algún tipo de red social. En este sentido, mucha gente no quiere ir a España, Portugal o Francia porque no tiene redes. Y en el caso de las reubicaciones, las cuotas están basadas también en el deseo del refugiado. Ha pasado que a veces, cuando al fin se ha producido un acuerdo para llevar a cabo una reubicación, no se han encontrado refugiados a los que reubicar;incluso hay quien no se ha presentado el día del viaje. Hay varias complejidades en el proceso, pero, sin lugar a dudas, la más importante, el gran motivo, no es por los refugiados, sino que los estados no quieren.
Hay países que se han mostrado favorables al sistema de cuotas y tampoco han cumplido.
-Hay que pensar que hay muchos estados no están preparados, España no está preparada para hacer las reubicaciones o atender a los refugiados, y eso es un fallo interno del Estado. El estado tiene que encargarse, porque es su competencia, de esa primera acomodación de los refugiados. Estamos hablando de las reubicaciones desde Grecia e Italia, pero hay que pensar que también llegan personas que pueden tener una protección internacional por Ceuta y Melilla. A España han entrado 1.700 sirios en lo que va de año. Y el problema es que no tenemos las capacidades para hacerlo porque el gobierno no está poniendo ni el presupuesto ni el servicio humano que se necesita.
¿Y qué se necesita para atender esta crisis?
-Uno de los grandes problemas es que en los sistemas de acomodación está habiendo muchísimas ineficacias. Esto hace que muchos de los refugiados se salgan del proceso porque se encuentran en alojamientos de mala calidad;supuestamente hay una formación, supuestamente hay un apoyo económico, médico, y es totalmente ineficaz. Hay ciudades que están desbordadas, Barcelona es una ciudad que está desbordada por las dificultades para dar alojamiento a los refugiados. También es importante pensar que España es un país de tránsito. La mayoría de las personas que vienen no quieren quedarse en España por dos motivos: por la situación económica del país, que saben perfectamente que van a tener grandes dificultades para entrar en el mercado de trabajo, y en segundo lugar por las asistencias sociales. No es lo mismo los apoyos para una persona con protección internacional en España que el Alemania. Incluso, jurídicamente, España está tardando entre dos y tres años de media en otorgar el estatuto de refugiados;en otros países el plazo es de seis meses. España es un país de tránsito al que viene gente y se marcha de forma más o menos rápida porque no es aquí donde quiere permanecer.
Con voluntad política, ¿tiene España capacidad para hacer frente a esta crisis?
-Claro. No cabe la menor duda de que ante una crisis hay que dar presupuesto y tú puedes elegir si darlo o no. Estamos hablando de miles de personas, ni siquiera hablamos de cientos de miles y mucho menos de la situación de Alemania, de un millón de personas. Si hubiera un interés político no hay duda de que podríamos hacerlo, pero falta ese interés. Y ahí viene la discusión, porque hay parte de la sociedad española que se está movilizando para plantear un país a puertas abiertas, pero el gobierno central no está recogiendo ese interés por parte de la sociedad civil y por parte de muchas administraciones. Son varias las ciudades como Madrid, Bilbao, Barcelona, que se han propuesto en términos de ciudad refugio, pero en realidad no pueden hacer mucho si el estado no lo permite.
El secretario de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno Vasco, Jonan Fernández, inauguró el congreso y planteó tres propuestas para paliar esta crisis humanitaria: aplicar un sistema de refuerzo complementario para mejorar la acogida de los solicitantes de asilo, la puesta en marcha de una experiencia piloto de corredor humanitario e impulsar en Europa la experiencia canadiense de los “patrocinios humanitarios”. ¿Cómo ve este planteamiento?
-Este tipo de propuestas son ideales como arma de presión para el gobierno central. Objetivamente no podemos hacer nada, porque la competencia es del gobierno central, pero sin estas propuestas el gobierno ni se lo plantearía. Con lo cual cualquier presión que venga de otros niveles de gobierno o de sociedad civil es la única manera de hacer presión.
¿Cuál es la situación actual de los refugiados en el Mediterráneo?
-Diferenciemos entre refugiados e inmigración e irregular, aunque habría que pensar si la inmigración irregular no está huyendo de su país por obligación, ya sea económica o incluso persecución, como es el caso de Afganistán o Irak. Aunque no se les va a dar protección internacional, su huida parece que es bastante obligada por motivos de violencia. Lo que pasa que la UE se ha blindado a esto, está dando la mayoría de los estatutos a sirios, eritreos. Dejando esto claro, lo que estamos viendo ahora mismo en el Mediterráneo es la llegada de inmigración irregular más que de personas que pueden acceder a una protección internacional.
El descenso de la llegada de inmigrantes a Grecia ha sido notable.
En Grecia ha habido un descenso claro de la llegada de inmigrantes;en estos momentos están llegando inmigrantes irregulares, también familias sirias, pero en menor medida. Y en el caso de Italia y España, es población de África. En el caso de Italia, de África Subsahariana;en el caso de España, marroquíes y argelinos, y después también subsaharianos. El descenso de Grecia está marcado por el acuerdo UE-Turquía. Se ha cerrado la frontera. No significa que no entre nadie más, pero entran a cuentagotas. Han entrado aproximadamente 10.000 personas en lo que va da año. En los Balcanes han entrado unas 8.000 personas, en Italia también ha habido un descenso respecto a 2016, básicamente, porque la UE ha puesto toda la presión para controlar la frontera marítima con Libia. Y ahora lo que estamos viendo es un incremento hacia España de llegada de inmigrantes.
¿Más que en 2010?
-Muchos más. El año pasado estábamos en 6.000, y ahora andamos por 20.000.
¿Se ha desplazado el flujo migratorio por el cierre de fronteras?
-No solamente, porque los que llegan no son los mismos. Pero es cierto que también hemos visto un aumento de personas sirias, que eso sí es por el cierre de las fronteras.
Grecia, Libia, Turquía... miles de inmigrantes y refugiados están atrapados desde hace meses o años. ¿Qué plantea la UE?
-Cierre de fronteras. Los Balcanes es un tapón absoluto. Los datos oficiales dicen que en Serbia hay unas 7.000 personas, pero son las que están contabilizadas. Si hablas con la sociedad civil, las cifras suben a 13.000, 14.000. La mayoría no están en campos de refugiados porque no van a tener protección internacional, la mayoría está fuera del sistema. Encontramos a gente que lleva así dos años, sin ningún tipo de asistencia, sin ningún tipo de apoyo y además sin ningún tipo de posibilidad de cruce. La UE, básicamente, va a seguir incrementando las fronteras. Hungría tiene su segunda valla, tiene vigilancia, policías, cámaras, se estaban planteando la electrificación de alguna de las vallas;Austria con Eslovenia está vallada;Eslovenia está vallada en la parte norte con Croacia y el presidente ha dicho que se va a vallar hasta la costa. Ceuta y Melilla están valladas. Europa va a construir vallas y a partir de ahí va a pedir al resto de los países que hagan una vigilancia exhaustiva de las salida de personas desde sus fronteras. Para ello ha habido un incremento de los presupuestos destinados a control y vigilancia, los famosos 6.000 millones de Europa para Turquía, los famosos 3.400 millones de euros para el Plan África, la cantidad de dinero que va directamente a Libia. Hace diez, quince años nos planteábamos una política de cooperación al desarrollo, ahora mismo estamos hablando de apoyo a la vigilancia policial y militar de personas para que no puedan salir. Hay que plantearse también lo que supone para todos el cierre de fronteras interno.
Afecta también a comunitarios.
-Este cierre de fronteras continuado nos afecta a todos los ciudadanos de la UE. Cuando en el Eurobarómetro se pregunta a los ciudadanos cuál considera que es el principal valor dentro de la UE, el 81% dice que es Schengen. En estos momentos de crisis en la UE, de continua inestabilidad, jugar con la herramienta fundamental que todos los europeos pensamos que es básica, hace que los ciudadanos se planteen en qué Europa están y en qué Europa quieren estar.
Si se invirtiese en cooperación y una acogida adecuada, ¿cómo cambiarían las cosas?
-Yo creo que poco, sobre todo en cuanto a países de origen. No es dinero suficiente, y claro, estamos hablando de países con estados fallidos como es Libia. Lo que sí está claro es que se podría hacer mucho más en términos de integración, crear caminos para que los procesos de acomodación e integración fuesen más efectivos. Y sobre todo trabajar con la sociedad civil para que no se cree un conflicto con los recién llegados o inmigrantes de segunda generación, como puede estar pasando en Austria con el populismo de la extrema derecha. Y en esto nos queda mucho por trabajar porque estamos metidos en este populismo de quiénes somos nosotros, quiénes son ellos, cómo ellos son los malos y cómo nosotros somos los buenos.
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