Leemos en "El Mundo":
"¡Y va a caer, y a va a caer, este gobierno va a caer!". El clamor contra Nicolás Maduro, habitual en las protestas opositoras y en los sectores de clase media,
se ha extendido a las zonas más populares de Caracas. Cientos de
personas tomaron este sábado las calles de Catia, barrio oeste
tradicionalmente chavista hasta la derrota en las elecciones
parlamentarias del 6-D, con un solo reclamo: "¡Queremos comida!".
Les
precedieron en Petare, una de las mayores favelas de América Latina, y
en La Vega, donde una protesta por comida acabó convertida en graves
disturbios a tiro limpio. Incluso en Antímano, tradicionalmente la
parroquia más revolucionaria de la capital, la policía ha reprimido a
sus habitantes con gases lacrimógenos. Saqueos, conatos, protestas y
disturbios se repiten con mayor frecuencia, varias veces al día, por
todo el país.
La ira popular ante la escasez de alimentos se ha incrementado ante la última apuesta económica de Nicolás Maduro:
los polémicos CLAP, hoy en boca de todos. "Los CLAP (Comités de
Abastecimiento Locales) llegaron para quedarse y con ellos no podrá
ninguna oligarquía apátrida. ¡Todo el poder para los CLAP!", clamó
Nicolás Maduro esta semana.
Este sistema de distribución de
alimentos, bajo control del Ejecutivo y manejados por las Unidades de
Batalla Bolívar Chávez y por los consejos comunales chavistas,
pretende repartir bolsas de comida casa por casa a precio regulado "por
la vía del socialismo". Y si el operativo se realiza con un ministro,
diputado o dirigente revolucionario para salir en la foto, mucho mejor.
Los
más optimistas calculan que sólo podrían abastecer al 30% de la
población. Según expertos como el profesor Werner Gutiérrez, se trata de
un mecanismo para distribuir la poca comida que hay, insuficiente para
todo el país.
Freddy Bernal, ex policía y nuevo jefe del Centro
de Control y Mando del Estado Mayor para los CLAP, explicó que "lo que
pretende el estado es regularizar la distribución de alimentos para
todos. En ningún momento se van a conculcar los alimentos a la red
privada de comercialización: el 50% de la mercancía recibida será comercializada a través de sus redes y el 50% restantes por los CLAP".
Sin
embargo, varias de las protestas se han producido después de que
cientos de personas, tras aguardar durante horas la llegada de comida
regulada, contemplaran cómo los militares se llevaban los cargamentos
para entregárselos a los CLAP.
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