miércoles, 15 de junio de 2016

La recluta infantil de los traficantes de personas


Publica el diario "El Mundo":
 
El código de barras de cualquier paquete postal internacional es registrado, seguido en su ruta a cada paso, vuelto a detectar en la oficina de destino y entregado a su dueño, que confirma el final del proceso con una firma electrónica. 

Si esto es así, ¿cómo es posible que se pierdan, como reconoció la Europol, 10.000 menores refugiados no acompañados en Europa sin que nadie sepa quiénes son y dónde han ido a parar? En este mundo de contradicciones han caído las fronteras para enviar grandes cantidades de dinero o información, pero cada vez hay muros más altos para las personas. 

Estas dos cuestiones, la dificultad de superar estas barreras y la ausencia de control sobre los solicitantes de asilo están poniendo en peligro a cientos de miles de personas. En especial, como revela Unicef, a 7.009 menores no acompañados que han realizado la travesía desde África del Norte hasta Italiaen los primeros cinco meses del año. "Nueve de cada 10 niños refugiados e inmigrantes que llegan a Italia lo hacen solos". O sea, el 92% del total. 

La mayoría de ellos huyen de la pobreza extrema y sin horizonte, pero sobre todo de áreas en conflicto como el norte de Nigeria, la opaca Eritrea o la inestable Somalia. Para poder costearse el viaje eligen la opción "pago paso a paso". Con este sistema los menores van trabajando para la mafia durante todo su trayecto. Con cada empleo van sacando dinero para alcanzar el siguiente objetivo: Uagadugú, Bamako, Niamey, Agadez... 

Cada ciudad supone varios meses de esfuerzo sin sueldo para ellos, además de violaciones, golpes y condiciones de esclavitud. El problema es que esa dependencia de los grupos criminales los expone al abuso. Unicef asegura que "el 80% de todos ellos acaban en manos de estas mafias como esclavos, especialmente mujeres y niños". 

 Ainamo, de 16 años, contó a la organización infantil como era "encadenado" por las noches después de trabajar en una granja de Libia para pagar a los traficantes. Los traficantes combinan su negocio de trata de personas con otros como el tráfico de drogas a través del Sahel, la venta de armas y la prostitución, sobre todo con menores nigerianas engañadas con el budú. 

Cuando muchos niños embarcan en las zodiaks camino a Lampedusa (con espacio para 50 personas, pero sobrecargadas con 140), otros niños ya reclutados por las mafias libias les apuntan con armas.

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