Publica "Dinero.com" un artículo de opinión de Eduardo Lora:
El gobierno colombiano ha rehuido tomar
una posición respecto a la dictadura del presidente Maduro. Esa falta de
claridad en las relaciones internacionales se está reflejando en la
política migratoria para los venezolanos.
Según
los acuerdos de Mercosur, los venezolanos que vienen al país como
turistas deberían entrar con su cédula venezolana, sin ningún otro
requisito. Pero desde el 27 de febrero se les está exigiendo pasaporte y
requisitos equivalentes a visa, como son demostrar que tienen recursos
para pagar su estadía (o carta de invitación) y pasaje de regreso. Estos
controles se aplican en forma mucho más estricta en los pasos
fronterizos que en los aeropuertos. Quienes entraron como turistas antes
de esa fecha tienen que acogerse a las nuevas normas cuando se venza su
permiso de estadía.
Cientos de
venezolanos vinieron a trabajar amparados por visas expedidas por
Mercosur, que supuestamente permitían trabajar y después de dos años
obtener residencia permanente. Pero desde noviembre de 2014, Colombia no
respeta esos derechos y ahora están obligados a solicitar visa de
trabajo.
Conseguir o renovar una visa
de trabajo en Colombia es una pesadilla para cualquiera, pero
especialmente para los venezolanos. Se les exige todo tipo de requisitos
que ninguna norma contempla y se les niegan las visas con argumentos
discriminatorios tales como “los venezolanos no califican”. La
Asociación de Venezolanos en Colombia elevó a mediados de mayo una
petición a la Cancillería con numerosas acusaciones de discriminación,
que no ha sido respondida.
La
ministra María Ángela Holguín ha explicado en varias ocasiones que los
acuerdos internacionales solo son válidos cuando hay reciprocidad. ¿Qué
más puede esperar un país vecino que nos cierra sus fronteras?
Sin
embargo, la estrategia colombiana del “sí, pero no” es insostenible y
puede traer consecuencias negativas. Colombia no tiene los medios para
vigilar la frontera. La militarización de algunas trochas cercanas a
Cúcuta es más simbólica que efectiva. Tampoco tiene los mecanismos para
expulsar a los inmigrantes cuyas visas o permisos de estadía se venzan.
Si no se hace nada, gradualmente se acumulará en el país una masa de
indocumentados sin empleo formal ni sentido de pertenencia, y se creará
un ambiente de animadversión que será caldo de cultivo para el
chovinismo, la intransigencia y el neopopulismo que estamos viendo en
Estados Unidos y en muchos países europeos.
Os ponemos el enlace al artículo de opinión completo:
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