Leemos en "piensa chile.com" un artículo de opinión de Augusto Zamora R.
Como parte de la campaña electoral, políticos
españoles viajan a Venezuela a obrar el milagro de la caída del chavismo
y el retorno de las oligarquías tradicionales, blancas, católicas y con
sus fondos depositados fuera, como han venido haciendo desde el siglo
XIX.
Da gusto verles a ellas, ellos, con sus cutis de porcelana,
vestidos de Chanel y rebosantes de salud, demandando libertad, justicia y
democracia, olvidando que tuvieron el poder siempre, hasta que surgió
Hugo Chávez, y que en 190 años de gobierno no hicieron nada por
Venezuela, salvo expoliar el país, corromper la sociedad y convertir un
país riquísimo en un remedo, que por no tener, no tenía ni carreteras.
190 años, incluyendo los de mayor abundancia petrolera (1922-1975), que
despilfarraron de la manera más obscena y, en vez de modernizar e
industrializar Venezuela, hicieron del país una sociedad de parásitos,
que tenía que importar desde vehículos hasta zanahorias. Hoy reclama que
el chavismo, en catorce años, haga lo que ellos no hicieron en 190.
En lo único que se aplicó a fondo la oligarquía venezolana fue en
crear fábricas de muñecas, nenas perfectas, salidas de dietas y
quirófanos que terminaban copando los certámenes de belleza del
continente y el mundo.
En el deprimente espectáculo en que se quiere
convertir la política, no sabe uno si reír o llorar viendo los desfiles
de políticos españoles, a lo Gran Gatsby, para hacer caja de un país
sumido en una terrible crisis –nadie va a negarlo-, crisis que tiene
causas nativas, pero también –y son las peores- causas externas, como el
colapso económico mundial desde 2008 y el hundimiento de los precios
del petróleo, que es casi lo único que exporta Venezuela.
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