Encontramos en "El Nuevo Herald"
Era considerado un modelo de fraternidad socialista: el primer tren
bala de América del Sur, con tecnología china, que llevaba progreso a
zonas rurales de Venezuela. Ahora que el proyecto ha quedado
prácticamente abandonado, ha pasado a simbolizar el colapso de la
economía y de una relación estratégica.
En el sitio donde alguna
vez hubo decenas de edificios modernos, ahora pasta el ganado, junto a
una fábrica que ha sido desmantelada y saqueada. Un cartel rojo en forma
de arco, con inscripciones en chino y en español, es todo lo que queda
de lo que hasta hace 16 meses fue un activo complejo con 800 empleados.
La debacle se aceleró a principios del año pasado, cuando los directores chinos del proyecto se fueron calladamente.
Como
ocurre con tantos proyectos de trasfondo político que no se concretaron
en Venezuela -"elefantes rojos", según los detractores del gobierno-,
la infraestructura derruida contrasta con el promisorio despegue de la
iniciativa.
Hace una década el entonces presidente Hugo Chávez pensó que un
ferrocarril entre Tinaco y Anaco ayudaría a poblar esa llanura y
atraería proyectos de desarrollo de las zonas costeras. Debía abarcar
468 kilómetros (unas 300 millas) y transportar 5 millones de pasajeros y
9,8 toneladas métricas de carga por año a una velocidad de 220
kilómetros (135 millas) por hora.
Chávez recurrió a China, uno de
sus aliados ideológicos más estrechos, para la financiación y la
ingeniería del proyecto, que era parte de un acuerdo por 7.500 millones
de dólares que hizo de Venezuela el país que más préstamos recibió de
China. Se encomendó la construcción a un consorcio de empresas estatales
encabezado por el China Railway Group Ltd, la fabricante de trenes más
grande del mundo.
Pero el plazo para completar el proyecto venció
hace cuatro años sin que las obras hayan sido terminadas y ya casi no se
trabaja en la iniciativa. En una instalación visitada por la Associated
Press media decena de trabajadores descansaban a la sombra de una
gigantesca mezcladora de cemento mientras que dos gerentes chinos
reposaban en un panel de controles fumando cigarrillos.
Los
problemas que enfrenta el proyecto se hacen patentes en Zaraza, calurosa
ciudad de 75.000 habitantes donde había una fábrica que producía
durmientes de hormigón para las vías. En filmaciones del gobierno de
2013 se ven terrenos bien cuidados y canchas de básquetbol en las que
los trabajadores chinos y venezolanos socializaban.
Poco después de la partida de los gerentes chinos en enero de 2015,
una turba de residentes de la zona, algunos de ellos armados, saquearon
el lugar y se llevaron todo lo que tuviese valor. Empezando por los
generadores, las computadores y los acondicionadores de aire, cargados
en camioneta. Vándalos destrozaron decenas de edificios para llevarse
pedazos de metal, cables de cobre y azulejos. Parte de ese botín se
vende hoy en puestos a lo largo de un camino.
Os ponemos el enlace a la noticia completa (contiene mucha más información y fotos):
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