Encontramos en "El Nuevo Herald":
Enrique y Ana abandonaron Venezuela hace siete meses, huyendo de la
persecución política y buscando “un mejor futuro” para su hijo de cuatro
años. Ante la desesperación que sentían, decidieron dejarlo todo y
emigrar con los bolsillos vacíos, portando solo una tarjeta de crédito
con la posibilidad de $700, el monto establecido para un cupo viajero en
el control de divisas del país suramericano.
La pareja, que habló con el Nuevo Herald con la condición de no
revelar sus nombres, llegó a Miami sin conocer a nadie y con unos
pasajes de avión que les había regalado un ex jefe. Por suerte, un amigo
conocía a alguien que tenía familia en la ciudad, contó Enrique. Fue
este completo desconocido quien los recibió en el aeropuerto y les dio
hospedaje en su vivienda de Homestead durante dos meses.
“Todos los días han sido días de milagros”, dijo Enrique, quien
actualmente vive y duerme con su familia en el almacén del negocio en el
que trabaja, donde tienen pocas comodidades.
La pareja y el niño duermen en un colchón de aire, pero lo más
problemático es la hora del baño: con un envase plástico se van echando
agua en el cuerpo desde el grifo del lavamanos. Como el baño no tiene
desagüe, cada vez que terminan les toca recoger toda el agua que cae al
piso, con un trapo y un balde.
Ana, la esposa de Enrique, estaba embarazada y recientemente perdió el bebé.
Esta es una de las 100 familias venezolanas que han recibido ayuda
desde enero de la iniciativa Raíces Venezolanas, un programa de la
organización no gubernamental Venezuela Awareness que dona productos
domésticos básicos a compatriotas en situación de carestía.
Os ponemos el enlace a la noticia completa (incluye video):
http://www.elnuevoherald.com/noticias/sur-de-la-florida/article79089507.html
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